A la hora de formular un nuevo argumento
en el campo de las humanidades, se hace necesario formularlo desde tres
aspectos, los cuales han de ser sólidos para que dicho argumento sea
comprendido, sustentado y que permita una nueva formulación, sin que pierda su
vigencia y pueda ser al final un aporte al conocimiento, estos tres momentos
son: el discutir, el refutar y el justificar.
En primer lugar, se ha de centrar y
conocer sobre cuál tema es el que se quiere formular una nueva unidad de
conocimiento, ya al momento de saber claramente sobre que se va a tratar, se puede
discutir. La discusión, tiene una característica bastante demarcada, y es que
se debe manejar por medio, de argumentaciones que tienen elementos intelectuales
y elementos vivenciales. Es decir, se ha de dejar en evidencia los puntos
fuertes y las debilidades de dicha unidad de conocimiento que se está
discutiendo, del mismo modo se ha de colocar en relación y en contraposición
con diferentes teorías para que se sustente o se debilite ante ellas. Para que
este paso se dé satisfactoriamente, se hace necesario que se domine ampliamente
el tema a discutir y saber orientar la discusión, siendo esto lo que permite
que se dé paso a siguiente momento.
Si el paso anterior es cubierto de
manera óptima, se produce de manera natural el refutar, este momento consiste
en un enfrentamiento directo con las teorías u opiniones que se aferran a
defender o condenar una teoría determinada. Ya no se busca que la argumentación
vaya de una manera mediana, sino que se ha de apoyar en demostrar lo contrario
a lo que defiende el otro interlocutor. Esta defensa o refutación, no se da por
capricho, sino basada en las debilidades y fortalezas que quedan al descubierto
en la discusión inicial. Si se mantiene en la misma línea que el interlocutor, no
puede dar este momento de refutación, ya que es necesario presentar una nueva
visión, eso sí sustentada que se mantenga en pie al momento en que refuta, pero
abierta al enriquecimiento, sin jamás olvidar que se ha de fundamentar desde la
parte ideológica y de la vivencial, porque sin esto sería solo una teoría vacía,
carente de realización práctica. Se ha de cuidar en caer en dogmatismos o
verdades que no se permiten refutar, si esto se da se deja hasta ese momento la
refutación, ya que nada nuevo se podrá aportar al contrario.
Al momento de refutar, y de que se haya producido
una nueva idea o teoría sobre algún acontecimiento o conocimiento, es ineludible
el justificar; en los pasos anteriores, ya se han fundamentado las bases teóricas,
se han descubierto las carencias y las fortalezas del sistema que se está
proponiendo, y es aquí donde se ha de dejar asentadas las bases irrenunciables
de dicho planteamiento. En la justificación, es donde se deja patente la
sustentación ideológica y argumentativa del aporte realizado al conocimiento,
si al momento de justificar se incurren en errores y no se purifica el sistema,
este cae por su propio peso, mientras que si se sustenta sobre puntos asertivos
y algunas veces, renunciando a subjetivismos que contaminan dicho sistema, se
llega a proponer una unidad de conocimiento, no tanto que se mantiene sino que
por su justificación se mantiene a la hora de ser discutida y refutada por
otros sistemas. La clave para que la justificación de un sistema sea
sustentable e irrefutable, es que se forme tanto ideológicamente para que se
discuta sin ambigüedades y vivencialmente, para que deje una huella en la
práctica del diario vivir.
En fin, una comprensión y formulación humanística
ha de ser fuerte para que se discuta, sustentada para que se refute y
justificada para que permita tomar aspectos que sirvan a un nuevo sistema, si
es justificada bajo buenos pilares intelectuales y vivenciales, se mantendrá
junto al nuevo sistema de conocimiento, evitando ser dejada en el pasado. Dicha
actualidad, se logra colocándola en el campo de la vida y que el individuo
pueda vivir lo que se formula ideológicamente. Esta manera de argumentar sobre
lo vivencial, solo se logra en el campo de las humanidades y el cientificismo,
siendo ajena a los campos que se sustentan en verdades absolutas, religiones o
pensadores que creen que lo único que vale es lo que piensan ellos.
Luis Gustavo Zambrano
(Bohemio del XXI)