domingo, 25 de agosto de 2013

LA COMPRENSIÓN HUMAÍSTICA

 A la hora de formular un nuevo argumento en el campo de las humanidades, se hace necesario formularlo desde tres aspectos, los cuales han de ser sólidos para que dicho argumento sea comprendido, sustentado y que permita una nueva formulación, sin que pierda su vigencia y pueda ser al final un aporte al conocimiento, estos tres momentos son: el discutir, el refutar y el justificar.
 En primer lugar, se ha de centrar y conocer sobre cuál tema es el que se quiere formular una nueva unidad de conocimiento, ya al momento de saber claramente sobre que se va a tratar, se puede discutir. La discusión, tiene una característica bastante demarcada, y es que se debe manejar por medio, de argumentaciones que tienen elementos intelectuales y elementos vivenciales. Es decir, se ha de dejar en evidencia los puntos fuertes y las debilidades de dicha unidad de conocimiento que se está discutiendo, del mismo modo se ha de colocar en relación y en contraposición con diferentes teorías para que se sustente o se debilite ante ellas. Para que este paso se dé satisfactoriamente, se hace necesario que se domine ampliamente el tema a discutir y saber orientar la discusión, siendo esto lo que permite que se dé paso a siguiente momento.
 Si el paso anterior es cubierto de manera óptima, se produce de manera natural el refutar, este momento consiste en un enfrentamiento directo con las teorías u opiniones que se aferran a defender o condenar una teoría determinada. Ya no se busca que la argumentación vaya de una manera mediana, sino que se ha de apoyar en demostrar lo contrario a lo que defiende el otro interlocutor. Esta defensa o refutación, no se da por capricho, sino basada en las debilidades y fortalezas que quedan al descubierto en la discusión inicial. Si se mantiene en la misma línea que el interlocutor, no puede dar este momento de refutación, ya que es necesario presentar una nueva visión, eso sí sustentada que se mantenga en pie al momento en que refuta, pero abierta al enriquecimiento, sin jamás olvidar que se ha de fundamentar desde la parte ideológica y de la vivencial, porque sin esto sería solo una teoría vacía, carente de realización práctica. Se ha de cuidar en caer en dogmatismos o verdades que no se permiten refutar, si esto se da se deja hasta ese momento la refutación, ya que nada nuevo se podrá aportar al contrario.
 Al momento de refutar, y de que se haya producido una nueva idea o teoría sobre algún acontecimiento o conocimiento, es ineludible el justificar; en los pasos anteriores, ya se han fundamentado las bases teóricas, se han descubierto las carencias y las fortalezas del sistema que se está proponiendo, y es aquí donde se ha de dejar asentadas las bases irrenunciables de dicho planteamiento. En la justificación, es donde se deja patente la sustentación ideológica y argumentativa del aporte realizado al conocimiento, si al momento de justificar se incurren en errores y no se purifica el sistema, este cae por su propio peso, mientras que si se sustenta sobre puntos asertivos y algunas veces, renunciando a subjetivismos que contaminan dicho sistema, se llega a proponer una unidad de conocimiento, no tanto que se mantiene sino que por su justificación se mantiene a la hora de ser discutida y refutada por otros sistemas. La clave para que la justificación de un sistema sea sustentable e irrefutable, es que se forme tanto ideológicamente para que se discuta sin ambigüedades y vivencialmente, para que deje una huella en la práctica del diario vivir.
 En fin, una comprensión y formulación humanística ha de ser fuerte para que se discuta, sustentada para que se refute y justificada para que permita tomar aspectos que sirvan a un nuevo sistema, si es justificada bajo buenos pilares intelectuales y vivenciales, se mantendrá junto al nuevo sistema de conocimiento, evitando ser dejada en el pasado. Dicha actualidad, se logra colocándola en el campo de la vida y que el individuo pueda vivir lo que se formula ideológicamente. Esta manera de argumentar sobre lo vivencial, solo se logra en el campo de las humanidades y el cientificismo, siendo ajena a los campos que se sustentan en verdades absolutas, religiones o pensadores que creen que lo único que vale es lo que piensan ellos.
Luis Gustavo Zambrano

(Bohemio del XXI)

domingo, 18 de agosto de 2013

EL COMADRÓN: SÓCRATES (470 a. C.-399 a. C)

 En el momento que me corresponde vivir, se da el auge de los sofistas (personas que se consideraban a sí mismas como poseedoras del conocimiento), que tenían la idea de una verdad algo subjetiva-relativizada, la cual a mi juicio es poco rigurosa. Mi visión filosófica, me separó de la visión cosmológica que ha venido hasta mis días y me dedique a la formulación de una filosofía desde la virtud, cabe destacar que para mí la virtud es la posesión del conocimiento; mientras que el vicio es la ignorancia. Y valga la salvedad que la sabiduría no consiste, para mí, en acumulación de conocimientos, sino en revisar los conocimientos que se tienen y de ahí construir formulaciones más sólidas.
 Para alcanzar este conocimiento sólido o universal, contrario a los farsantes de mi época, formulo la Mayéutica, que consiste en hacer preguntas cargadas de ironía y con una constitución bien estructurada, que permite al interrogado parir su propio conocimiento desde los conocimientos previos que posee, por eso se me denomina “comadrón”, oficio que desempeñaba mi madre, ella ayudaba a que naciera la vida y yo a que naciese el conocimiento sólido.
 Este método se encuentra constituido de dos pasos, que son algo ignorados, el primero es la ironía, la cual consiste en hacer saber y ver al interlocutor que es un ignorante, ya que este es el primer paso para poder alcanzar el conocimiento, desde esta visión nace mi frase célebre, que es conocida a medias y que a veces buscan usarla para justificar la pereza del pensar, siendo la que reza “sólo sé que no sé nada, esto me distingue de los demás sabios que pretenden saberlo todo”, ya leída completa tiene un sentido más agradable que el de justificar su pereza mental, y muestra que es un punto de distinción con los pedantes sofistas.
 El segundo momento o paso, es la Mayéutica propiamente dicha, la cual consiste en la búsqueda de la verdad universal, por medio de la inducción. A este último punto, difícilmente se llega, siendo de donde mis detractores atacan mi formulación, ya que luego que queda demostrada su ignorancia no son capaces de mostrar la verdad universal que poseen. Este es el aporte que dejo a la filosofía, una nueva manera de ver y consistir a mi sobrina la filosofía.
 Ya al final de mi vida, fui condenado a muerte por los denominados re estructuradores de la democracia ateniense, aunque durante mi juicio deje clara mi inocencia ante los cargos que se me imputaban que eran los siguientes: que no reconocía los dioses griegos y por tanto desconocía al Estado griego; y de corromper a la juventud, fui condenado a beber la cicuta. Al ser condenado, se me dejo la posibilidad de desterrarme o de huir por medio de unos amigos que me ayudarían, pero preferí morir así fuese injustamente, porque las leyes del Estado se han de respetar y para mí hubiese sido peor haber huido de mi amada Atenas, que ya había defendido en diferentes batallas, como guerrero en las guerras de Samos (440 a. C.) y la de Delios (424 a. C), entre otras.
 En conclusión, estos son los rasgos más importantes de mi aporte a la Filosofía, además el gran Platón fue mi discípulo y se me reconoce como gran orador y debía serlo para poder llevar a cabo mi método de la Mayéutica.

Luis Gustavo Zambrano

(Bohemio del XXI)

domingo, 11 de agosto de 2013

¿CÓMO ES VISTA LA FILOSOFÍA?: Los tres elementos inseparables

 La filosofía, por ser tan peculiar y estar formada de elementos tan diversos entre sí, se presta para encapsularla en algún aspecto formal del conocimiento. Es la madre de la todas las ciencias, por ende se considera como ciencia; se forma dentro de la historia siendo considerada como un recuento histórico de letra muerta; y como forma o estilo de vida, viéndose como una existencia filosófica de vida. A continuación se desarrollan.

 Al momento de ser vista o clasificada como una ciencia, se comprueba que es una ciencia especulativa o teórica, porque aunque busca las últimas consecuencias de la realidad, tanto material como inmaterial, no se lleva a ser probada dentro de un laboratorio, pero al momento de buscar las últimas causas de la realidad alcanza el sentido pleno de las ciencias. Además, comparte con las ciencias prácticas que tiene un objeto material y otro formal; siendo el objeto material, toda realidad, como ya se ha mencionado material e inmaterial; y cuenta con el objeto formal, que son las causas últimas o esencia de todas las cosas.

 También, es vista la filosofía como historia; un proceso del pensamiento que se va originando dentro de espacios de tiempos bien definidos y delimitados, donde vive cada uno de los filósofos que han producido pensamiento. Ahora bien, se tiende a entender este aspecto desde un estudio de periodos históricos, escuelas de pensamientos delimitadas dentro de unos años delimitados, formados para encapsular el pensamiento. Esta es una visión bastante errónea, ya que es la que se enseña dentro de las carreras de filosofía. Se centra en buscar que se aprendan fechas, momentos de algún movimiento o movimientos y que solo producen en los estudiantes tediosidad a la hora de cursar dichas asignaturas y peor aún, es que el programa de filosofía así lo contempla. Con esto, no es visa la filosofía como historia, sino una historia de la filosofía, no que ilumina el pensamiento histórico que se vive y que se actualiza, sino que se queda en repetir fechas, obras, ideas e ideales que dijeron los filósofos en determinado tiempo y se trata de que se piense desde ese periodo y no se permite que exista una actualización al momento histórico que se vive. Viéndose, la filosofía como letra muerta y se pretende estudiar cómo se estudia por ejemplo, la historia universal, siendo el estudiante un mero espectador, sin saber el pedante pedagógico de filosofía (profesor) que el pensamiento se puede contrastar, repensarlo y fortalecerlo.

 La tercera visión, es la más temeraria por ser la filosofía como vida; como una forma de vida, desde la cual se remite a contestar las grandes cuestiones o preguntas que encierra la filosofía, pero también la vida individual y general, siendo una pregunta característica es qué es la vida. Al ver la filosofía como vida, es cuando se entiende por qué hay grandes pensadores que siguen en la actualidad produciendo ruido y no solo eso, sino que son actualizados y repensados sin que estos pierdan su valor original. Al entender esta visión de la filosofía como vida, es cuando se comprende que la filosofía igual que el pensamiento es eterna, no tiene fin ni es absoluta, ya que desde cada nuevo discurso filosófico existe un nuevo aporte de vida, ¡sí de vida!, porque el autor se deja un poco de sí mismo en su formulación, en su especulación, y se despoja de un poco de su vida, la cual aporta a la vitalidad de la filosofía.
 Este discurso filosófico como vida, no solo se da por el aporte del filósofo, sino de cualquier individuo que haga un aporte a la sabiduría o al conocimiento, siempre y cuando lo dé como algo abierto a la discusión y que se encuentre alejado del dogma.

 En conclusión, estas tres maneras diversas de ver la filosofía, permiten que el individuo pensante formule su pensamiento de una manera formal, al ser una ciencia; dentro de un contexto histórico determinado pero repensando las especulaciones anteriores siendo esto como historia; y una manera de servir a la vida con el pensamiento, filosofía, ya que si se dan bien orientado los otros dos aspectos, se formula un aporte especulativo basado en la realidad y sustentado en bases de pensamiento que se comprueba racionalmente. El Vitalismo, es pues, la filosofía del presente y más del postmodernismo; un ejemplo claro de esta verdad, es que el Siglo XXI está fundado en pensamientos de hombres del Siglo XIX: Marx con la concepción socio-político-económica-capitalismo contra comunismo-; Freud con la concepción psicológica-sexual; y Nietzsche con la formulación ético-moral-religiosa-social-muerte de Dios, laicismo, el relativismo-; en fin, hombres de pensamiento vital que son repensados y dan respuestas desde su tiempo a los tiempos que corren, con ese ejemplo se encierra los tres aspectos mencionados en esta especulación.

Luis Gustavo Zambrano

(Bohemio del XXI)

domingo, 4 de agosto de 2013

EL PADRE DE LA FILOSOFÍA: TALES DE MILETO (625 a.C-546 a. C)

Se viven tiempos especiales en la etapa del pensamiento griego, ya las cosas están perdiendo su velo mitológico, ya no es tan convincente que determinado dios o grupo de dioses sean el origen de la realidad en que vivimos. Se sienten aires de cambios, no sociales o políticos, porque ¡qué grandiosa y fructífera ha sido la vivencia de un sistema social organizado en el ágora!; es un cambio de pensamiento a la hora de observar la realidad: ya el dios del fuego, el del inframundo, el de la vida o hasta el mismo padre de los olímpicos, no satisfacen mis preguntas y cuestionamientos sobre cuál es el origen de las cosas.
Soy considerado el padre de la filosofía de occidente y de las matemáticas, en estas últimas soy poco conocido, pero idee la formulación de que “los ángulos en la base de un triángulo isósceles son iguales”, así como otros aportes.
El aporte, por el que soy reconocido y renombrado en la historia de la humanidad, es por la aportación en el campo del pensamiento donde dejé de lado al mito y sus explicaciones fantasiosas, para buscar dichas explicaciones desde la razón, no me interesaba lo concreto, sino el origen universal; esto se ha denominado luego de mi existencia como “el paso del mito al logos”, lo que es lo mismo de la fantasía a la razón.
Para mí el principio de todas las cosas y de la vida, es el agua, de donde todo procede y todo vuelve otra vez. Este principio, logro reconocerlo luego de cuestionarme del por qué de las cosas, de cuál es el origen de la realidad. Y ayudándome de mi experiencia, de la observación e impulsado por la razón, llego entender que el agua es el principio originario de todo, y luego de entenderlo, veo que es tan sencillo que al observar la realidad se ve que todo es húmedo, las semillas, los ríos, las plantas, los frutos, entre otras muchas cosas, son producto del agua, es más el aire y las nubes son por el calor evaporadas convirtiéndose el agua en gaseosa; al condesarse se convierte en sólida; y liquida porque la tierra flota sobre ella, en fin ¿qué cosa o realidad está fuera de la transformación del agua?, a lo que respondo: ¡nada! y por ende, el agua es el principio racional de todo cuanto existe.
Más adelante, el agua no ha sido el principio o arjé de las cosas, sino diferentes elementos, pero el método filosófico-científico se ha mantenido en mis continuadores. Yo, a la filosofía le doy un valor histórico, desde momento de realizar la ruptura entre el mito y la racionalidad, entre la fantasía y la realidad, y a su vez anecdótico, por ser el primero que lo hizo, ya todos comentan sobre mí, al haber iniciado esta manera de pensar y de ver la vida.
Me considero y me consideran, el iniciador de un legado: el legado de la búsqueda y del amor a la sabiduría, al conocimiento y al cuestionamiento de todo lo que nos rodea.
Soy el padre de la filosofía, un revolucionario del pensamiento antiguo, el iniciador de una manera de pensar, pero aun mejor, quien abrió el camino para que la humanidad piense y tenga una indagación racional ante la imposición de fantasías religiosas. En el mito me eduqué, pero apartándome del mito me consolide mucho más allá de los dioses olímpicos, en la historia de la búsqueda inacabable de la verdad.

Luis Gustavo Zambrano

(Bohemio del XXI)